16.12.12

El arte de evitarse


Esta imagen creada por Lyona me recordó un texto perdido que escribí una madrugada del 2010.

"Ellos son artistas, dueños de un talento milenario. Capaces de dominar las leyes del espacio y el tiempo, saben predecir cada movimiento de forma inconsciente. Se camuflan en los pasillos, se pierden entre la multitud, se callan y se esconden.

Es entonces cuando las estrellas deciden ponerlos a prueba. Las circunstancias se acomodan y se agota la reserva de coincidencias. Comparten siete baldosas durante diez segundos. Y con la misma naturalidad con la que podrían intercambiar párrafos amoldados, con la misma cadencia con la que podrían rozar sus labios, con el mismo desparpajo con el que podrían herirse, optan por analizar las grietas del suelo.
Se alejan y toman caminos distintos, se escapan dando rienda suelta a aquella sensación instintiva que parece pedirles que aceleren el paso. Ambos se esfuerzan, toman todos los recaudos posibles.

Ellos huyen del fantasma de la casualidad, llevan consigo una herencia precisa y demoledora. 
Ellos, tienen el arte de evitarse"

Agu Miglio.-

10.12.12

Simulacro de un cliché hollywoodense



Existe un cliché hollywoodense que me encanta.

Después de un gran desarrollo argumental que consumimos (casi) sin sorpresas, llega el momento clave. El personaje principal pasó una hora y media construyendo su pirámide a base de prioridades, intereses y reacciones, sabemos exactamente cómo piensa pero también estamos seguros de que va a destruirlo cuando estemos a punto de terminar los pochoclos. Los actores de reparto hacen un análisis repentino de la situación, se descubren los secretos clave o simplemente el protagonista se estrella contra un poste enfrente de un supermercado. Entonces, abre los ojos, pestañea con dificultad, intenta hablar pero no puede, empieza a caminar muy rápido u opta por manejar a toda velocidad peinando la ruta, sabiendo que tiene un destino: no sabemos dónde, pero siempre es arriesgado, decisivo e implica un pequeño discurso, una firma, un abrazo, un cierre. Todo al compás de la mejor canción, aquella que destaca en la banda sonora, porque todas sus corcheas te empujan, te dicen que dejes de ser una ameba ficcional.

Los seres mortales que no vivimos en pantalla también nos damos cuenta de muchas cosas, pero preferimos consultarlo con nuestra conciencia a la madrugada, esconderlo debajo de la cama o tomar alguna decisión tibia y burocrática.

En mi fábrica cinematográfica personal, mi álter ego se entera y empieza a correr muy fuerte, bajo la lluvia, mientras suena esta canción.

Suspicious Minds by Elvis Presley on Grooveshark

Hoy simplemente lo escribo. Y sigo acumulando simulacros.

Agu Miglio.-
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Descubriendo la cotidianidad.
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su magia en cada trazo.
El
arte color vainilla. ]