2.9.13

Llorar es mainstream

“Dale, exteriorizalo, sacátelo de encima, llorá y dejá que se vaya”. Tenés que hacerlo, sentís una presión fuerte en el pecho, se aflojan los brazos y las piernas mientras toda la tensión se escapa a la garganta y trepa por la nariz, saltando entre los pómulos hasta llegar a los ojos. 

Ya podés cumplir con el mandato emocional y cinematográfico: una mujer independiente llora orgullosa cuando tiene que hacerlo. Pero no sale, no te sale, ni en esto tenés éxito. El más irónico de los deberes personales. 

Te encerrás en el baño de la oficina, te mirás al espejo, escuchás la serie de acordes más deprimentes, recuperás álbumes de fotos infalibles capaces de inclinar la balanza hacia los puntos cardinales más oscuros,  pero no sale, no te sale. Y el reloj sigue corriendo.

Pero hay algunas emociones que no nacieron para transformarse en lágrimas. Son mezzo-soprano, atrapadas entre soprano y contralto, virtuosas y únicas. Viven entre el cuello de la camisa e intentan convencerte al oído de la magnitud de su condición desgraciada. Pero no sale, no les sale. Porque aunque se esfuercen, no son tan importantes, y como bien sabemos, la indiferencia desdibuja otros dolores. Su incomodidad es la tuya, un sentir que se razona pasajero y sabe disfrutar de una estadía a prueba de inundaciones.

Llorar es mainstream. Una mujer independiente sabe distinguir las lágrimas espontáneas y aceptar los desencantos mezzo-soprano, como lo que son.

Agu Miglio.-
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