El jueves la persona que más me conoce en este mundo me dijo que vivo envuelta en contradicciones. No porque sea una mercenaria de la estabilidad y los valores, sino porque para plantar esas raíces paso por un tortuoso camino repleto de argumentos, problemas, soluciones y distintas concepciones de racionalidad. Todos ellos opuestos.
¡Qué angustia! Vivir luchando contra mis propios pensamientos, defender, condenar y mediar.
Para quienes creen en la astrología, mi signo Géminis parece haber hecho estragos en mi personalidad. Desde hace años, los gemelos, blanco y negro, yin y yang, llevan diviertiéndose y desarrollando su capacidad retórica y de convencimiento.
Terrible no pertenecer, estar obligada a analizarlo todo antes de descartarlo. Perderme y encontrarme en cada ámbito. Mezclar agua y aceite con descaro.
Claras, queso, chocolate y limón. Todo un soufflé contradictorio.
Un horizonte negro a la vista, que se volvió aún más oscuro cuando descubrí que a pesar de todo, valoro ser así. Un argumento más para sentirme distinta, tal como aquellos del montón que no querían formar parte del montón (bien descriptos por la señorita Mafalda).
¿Cómo seguir un sólo camino naturalmente?
Si hasta analizando mi carácter contradictorio me contradigo con gusto.
Fuente: imagen utilizada
Otra de las imágenes que me encantó de la serie de Deviantart
Una tercera imagen, otro estilo