22.5.14

Doble filo para los que conjeturan sin preguntar

De repente se dio cuenta de todo. El televisor marcaba el canal incorrecto, uno de los que forma parte de la seguidilla de señales fantasma de Cablevisión. Ubicó un plato en el microondas y las ondas electromagnéticas frieron una historia que hasta hace 5 minutos estaba desordenada.


Entonces supo cuándo fue que empezaste a pensar diferente.
Cuándo fue que se confundieron sus pasos con los tuyos.
Cuándo fue que te animaste a liberar palabras en terrenos desconocidos.
Cuándo fue que resurgieron los dichos.
Cuándo fue que las medialunas dejaron de ser sólo medialunas.
Cuándo fue que el tiempo empezó a transcurrir entre vistazos.
Cuándo fue que le ganaron las circunstancias.
Cuándo fue que te dejó un café pendiente.
Cuándo fue que la verdad cotidiana no alcanzó para decirte qué le sacaba el sueño.
Cuándo fue que te cansaste.

Cuando la confusión se transformó en espera. La espera en vacío. Este texto en testamento.
La noche en una montaña rusa inmensa.

Mientras sacaba el plato del microondas tuvo un momento de lucidez. Y muchas ganas de explicarte que valió la pena, que no quiso, que debería, que tenían.
Sólo entonces, recordó el negativo en blanco y negro de esta historia y supo ver que todo lo que había analizado tenía fundadas razones para ser diametralmente distinto. Porque siempre fue hábil inventando cuentos, repasando indicios a su manera y redactando razones para no dormir.

Entonces supo cuándo fue que sus pensamientos se volvieron comerciales: siempre iguales, pero con ese sabor a distinto que nos venden los canales de aire.
Cuándo fue que se chocaron, a las 10:45 porque se retrasó el colectivo anterior y no quedó otra opción.
Cuándo fue que una anécdota te transformó en superhéroe, frágil como la memoria.
Cuando fue que te enfocó, como un enigma de medio tiempo.

Cuándo fue que pasaste de un cortado a un ristretto sin saber por qué.
Cuándo fue que perdió cientos de horas intentando averiguarlo.
Cuándo fue que le ganaron los sueños despiertos.
Cuándo fue que perdió una oportunidad.
Cuándo fue que hablaron sobre lluvias, calles y muebles, evitando todo lo importante, quedando tan lejos de su esencia que hasta hizo frío.
Cuándo fue que la ignoró.

Volvió al principio. Donde las casualidades sí existen. Y los textos son anónimos.
Como este.

Se entregó a la dramática locura del que conjetura para no preguntar.

Agu Miglio.-

[De la serie: textos de que, de cuando]

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