Dicen los expertos que el palo de agua florece una o dos
veces en su vida, algunos se aventuran a decir que tres veces. Se lo llama
“Fragans” porque el perfume es muy intenso e inunda la casa durante los días en
que las flores se marchitan. Te embriaga su recuerdo, justo antes de irse, sin
que sepas exactamente cuándo va a volver.
El que vive conmigo me acompaña desde que tengo memoria. Me
vio ir a la primaria, a la secundaria, a la facultad, al trabajo. Me escuchó
cantar cuando nadie escuchaba, me vio llorar cuando nadie veía. Se escondió en
el fondo de todas las fotos que están guardadas en las cajas y en los
portarretratos.
La primera vez que floreció fue una sorpresa. Buscamos,
leímos, parecía surrealista, un viejo conocido transformándose. Sentía que no
podía dejar de fotografiarlo porque perdería un instante fundamental. Tomas
tímidas, mayormente desenfocadas. Mi antigua Kodak sólo a veces daba en el
blanco pero no dejaba de intentarlo. Corría el año 2010 y los pimpollos se
veían como en la segunda foto. Después de meses que se mezclaban entre
incertidumbre y tristeza, en su despliegue sólo veía un renacer, un mensaje,
una vez en la vida.
Pero volvió. Corría el año 2013 y se terminaban las
cursadas, las horas de aulas. Los vuelcos emocionales también pueden ser
luminosos. Y Ahí estaba otra vez, resurgiendo, cumpliendo con el mandato de los
expertos: “sólo florece una o dos veces”. En esta ocasión ya conocía el
proceso, cuándo eran rosas, cuándo blancas, cuándo dirigidas, cuándo cansadas.
Después de florecer la planta se debilita y tiene que recuperarse, porque lo dio
todo para ser su mejor versión. Ya conocía su belleza, así que solamente tenía
que esperarla. Las fotos llegaron hacia el final, en su punto cumbre. Lamenté
no seguirla desde el principio, pero ya no éramos las mismas.
Hoy les cuento que los que se aventuraron a decir que son
tres veces tenían razón. Ya asomaron los nudos blancos entre las hojas,
incipientes, mágicos, históricos. Los sentires, las revoluciones, las fotos que
estén por venir, los vuelcos y los cambios mejor se los cuento otro día.
Agu Miglio.-
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